domingo, 25 de julio de 2010

Très fatiguée!

No sé cuál será el estado físico de Alberto Contador después de ganar el Tour por tercer año consecutivo o cómo se sentirá Edurne Pasabán al alcanzar la cima del K2 , me imagino que la euforia reducirá la percepción del cansancio. Evidentemente, no soy deportista profesional ni lo pretendo pero sé cómo estoy hoy después de andar durante trece horas ayer y coronar el Aneto: terriblemente cansada. Presento severas agujetas en los cuadriceps y ligeras en los brazos. Extendí mal la crema protectora, mi rostro está blanco pero mi cuello está rojo como un cangrejo, a ver cómo lo cuento mañana en la oficina. No me puse gafas de sol aun cuando las llevaba en la mochila, ayer noche me lloraban los ojos y hoy los tenía irritados tras andar tantas horas mirando la nieve. Al bajar, bebí varias veces agua directamente de un arroyo y hoy presentaba ligeros síntomas de cagalera - perdón por la referencia escatológica pero cierta-. El cansancio ha despertado un marcado mal humor que me ha acompañado todo el día. En conclusión y expresándome en términos coloquiales: estoy hecha una piltrafa.

No puedo ni imaginarme el esfuerzo que hacen algunos deportistas, como el ciclista o la montañista citada, para realizar sus hazañas históricas. Al margen del entrenamiento, dedicación exclusiva a esas prácticas y las renuncias inherentes, debemos añadir la dureza de las competiciones en las que participan. En estos casos de éxito, a parte de las capacidades y la entrega, supongo que debe darse una fuerza mental y una voluntad extraordinaria. Es admirable.

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