jueves, 22 de julio de 2010

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“Todo sobre mi madre” es una de mis películas favoritas de Pedro Almodóvar. Me encanta la atmósfera que crea en cada una de sus obras, su universo es único e irrepetible. Viéndola compruebo, una vez más, que el arte se nutre del arte, es una retroalimentación constante. En este filme la obra “Un tranvía llamado deseo” de Tenesse Williams cobra un especial relieve. La protagonista, Manuela,  dice que esta obra está ligada indisolublemente a su vida: hace veinte años conoció a su marido al interpretar esa obra en un grupo amateur, veinte años después su hijo es atropellado tras ir a ver esa obra. Las historias de este director son redondas, circulares, tienen un inicio y un final. Desafortunadamente en la vida los ciclos no se cierran siempre.

Hay otros referencias artísticas. Manuela le regala a su hijo el libro “Música para camaleones” de Truman Capote. Le lee el prólogo y aparece la cita emblemática de este autor refiriéndose a la escritura: “ Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo y ese látigo es sólo para autoflagelarse.” Esta escena me subyugó al verla por primera vez. Descubrí a este autor gracias a esta película, primero leí “A sangre fría” y posteriormente, me obsequiaron con este libro de relatos. No corrió la misma suerte la película de Elia Kazan, la dejé a medias ya que no me seducía. Volveré a intentarlo, aunque sólo sea por entender algo más a Huma Rojo y a Manuela y cómo no, disfrutar del mejor Marlon Brando.



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