Sábado,
9:58. Metro, L5.
Una mujer está leyendo, sentada en uno de los primeres vagones del convoy. Su semblante es soñoliento.
Unas
voces se imponen al trac-trac del tren. Dos mujeres hablan alto, la
conversación denota cierto enfrentamiento.
La
mujer que lee estira su cuello, tratando de identificar entre los pasajeros a
las protagonistas de esta trifulca improvisada.
-
Yo soy
portuguesa y llevo veinte años aquí. Siempre he trabajado. – El acento de la
mujer reafirma su procedencia lusa. Está de pie, en medio de dos filas de
asientos laterales y se protege de los vaivenes del tren asiéndose con la mano
derecha a la barra central del vagón. Lleva una bolsa en su mano izquierda. Es
morena y lleva una chaqueta marrón. La mujer a la que habla está sentada
enfrente, tiene el pelo rizado.
-
Por culpa de
los inmigrantes y de las ayudas que recibís, me he quedado sin beca del comedor
para mi hijo (…).
La
conversación sigue pero las sacudidas y el ronroneo mecánico del tren la
ensordecen. Una mujer de origen sudamericano,
que está sentada enfrente de la mujer que lee, resopla escandalizada al
escuchar las palabras que le llegan deshilvanadas por el traqueteo del metro.
Dos
paradas después, la mujer de pelo rizado se apea en el andén.
La
mujer que lee cierra su libro. La mujer de origen sudamericano ya no resopla.
Ambas piensan en la discusión que acaban de escuchar.
Esta
conversación podría parecer extraída de un debate radiofónico conducido por Jz. Losantos pero no es así. Estas ideas
circulan en la calle. La miseria hace aflorar lo más mezquino y oscuro del ser
humano. Años atrás, en la época de bonanza y del crédito sin límites, este
debate no se daba. Ante las adversidades el ser humano busca culpables, identifica
enemigos. Nuestros políticos azuzan este discurso, desvían nuestra atención,
siembran la semilla de la discordia ya que son incapaces de ofrecer un programa
serio para revertir la crisis. Desgraciadamente ese discurso hace mella en los
ciudadanos y pasamos a señalar con el dedo acusador al inmigrante, cuando es
una persona con el que compartimos desgracias, en lugar de censurar la pésima
gestión de nuestros dirigentes. Se acercan elecciones autonómicas y municipales,
escucharemos este discurso en los mítines y en el metro, cada vez más.
es una vergüenza... al final y al cabo todos somos inmigrantes en algún sitio...
ResponderEliminarCreo que el problema va más allá de la crisis económica, aunque sin duda la desperación puede agudizarlos en algunos casos .
ResponderEliminarDebes pensar ,que desgraciadamente éstas actitudes se asocian a muy diversos estratos sociales ,con independencia de su condición o capacidad económica .
La problemática radica funadamentalmente en los miedos de los locales (algunos) a ser desplazados por los inmigrantes, en el trabajo,en la sociedad...
Si te fijas, estas peronas utilizan mecanismos semejantes con las personas en general, aunque usualmente lo focalizcen en el extranjero .
En realidad lo que les preocupa es lo diferente,sobretodo si puede desplazarlos.
Estos temerosos, sufren un alto problema de autoestima personal y la desgracia es el sufrimiento que provocan.
Obviamente la xenofobia es una problemática social sumamente compleja y no pretendía reducir sus causas a la crisis. No obstante, creo que ante las dificultades aflora lo más sincero del ser humano, sus miedos y sus fobias. Se abandonan las posturas políticamente correctas y se puede incurrir en el error de confundir a los culpables.
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