No, no adolezco de manía persecutoria. Tampoco
estoy siendo acosada por ningún bailaor psicópata que me espera por las noches
en la entrada de mi portal. Simplemente me refiero a las casualidades, a cómo
determinados temas o situaciones adquieren una relevancia súbita en una semana
cualquiera. Ayer escuchaba en la radio
una entrevista de un cantante flamenco, Parrita, para mí desconocido, que ha
sacado a la venta un disco de versiones flamencas de canciones conocidas. Hoy
Farruquito, ya en libertad, relataba sus
vivencias en la cárcel y exponía sus próximos proyectos profesionales. Si sigo en esta línea, me voy a encontrar a
Miguel Póveda en el metro, ojalá.
La pregunta es: ¿al haber abordado un tema o
adolecer de una determinada situación (casos paradigmáticos serían sacarte el carné y llevar la L de novato, romperte un
brazo…), estamos más receptivos a reconocer
esa situación o inquietud en los que nos rodean? ¿O es que acaso marcamos
tendencia? ¿De pronto nos hemos convertido en un icono social? En el momento
que me pronuncio favorablemente sobre algo, ¿el resto del mundo se posiciona en
el mismo sentido?. Es decir, si dijese me encantan las pasas, ¿se dispararía la
demanda nacional de este producto? ¿Fui yo la que provocó la caída de los
parqués hace una semana al hablar sobre las acciones del BSCH en un "bareto" a las dos de la mañana?
Muy a mi pesar, probablemente la primera opción sea
la más plausible. Al que lea esta entrada voy a revelarle un secreto: no soy ni
Hugo Chávez ni Pedro J. ni Paris Hilton, es decir, ni tengo el poder
legislativo ni el mediático ni soy
una multimillonaria consentida que está en el punto de mira del papel couché. Tampoco hago proselitismo desde este
blog visitado por millones de personas diariamente.
Existe una tercera opción, no menos desdeñable,
sumamente obvia también. Nuestros intereses no surgen ni espóntaneamente ni de
forma innata, son artificiales, creados
por la sociedad que nos rodea. Yo no programé el concierto de Tomatito en el Palau.
Parrita y Farruquito actúan en los próximos días en el Liceu, de ahí sus
apariciones en la radio en dos días consecutivos. Es decir, desde hace mucho
tiempo, el flamenco goza de buena salud y despierta interés en mucha gente. Por
ese motivo, tuve la oportunidad de disfrutar de un concierto magnífico la
semana pasada. Moraleja: el flamenco no
me persigue, yo le persigo a él.
De la misma forma, cuando todo el mundo tiene la
gripe y yo también, es porque hay una epidemia o pasa, no es por que me copien
y les guste usar los mismos tisúes que a mí. Cuando me saqué el carné y tenía
la impresión que todos eran novatos, era por que la mayor parte de mis amigos
se encontraban en la misma situación. Nunca me fijé en el hombre de cien años
que conducía un Renault 4 y pensé “Qué retro el abuelito”. Un sábado por la noche, quedo con mis amigas y
casualmente una de ellas viste la misma camiseta que yo. ¿Plagia mi estilo o
visitamos las mismas tiendas? Me lamento y pienso que con esta originalidad en
el vestir no hay quién salga en “The Sartorialist”.
¿Subjetivismo recaciltrante? ¿Visión sesgada y
parcial de la realidad? Todo se reduce a una mirada dirigida del yo al entorno,
no a la inversa. Esa comprensión caleidoscópica en la que el cristal translúcido
es mi pensamiento y todo mi poso socio-cultural es muy difícil de superar o
anular. Nos creemos únicos, pretendemos ser originales y diferentes, ingeniosos
y audaces. IMPOSIBLE. Somos una masa moldeable, silenciada y sin criterio.
Satisfacemos los deseos artificiales que nos crea la sociedad de consumo e
ilusamente somos felices, aunque no somos más que una pieza más del engranaje.
Comulgamos mansamente con las responsabilidades y obligaciones impuestas por la
sociedad, generalmente sin rebelarnos contra las condiciones precarias que se
dan: inestabilidad laboral, sueldos congelados, precios de alimentos y
servicios que aumentan año tras año, servicios sociales insuficientes para la población,
dificultades en el acceso a la vivienda, corrupción y desconfianza en los
políticos… Moraleja 2: Vemos pero no
siempre miramos.
Bien, seguiré escuchando flamenco mientras busco resignada una nueva forma de mirar a mi alrededor.
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